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Cinco Consejos de un Santo para el 2018
Espiritualidad
Consejos valiosos de san Josemaría Escrivá de Balaguer para la tarea más importante de nuestra existencia: la salvación de nuestra alma.
Original en Portugues: Equipe Christo Nihil Praeponere / Traducción al Español: Ramiro Fernandez, 31 de Diciembre de 2017

Todo comienzo de año, la gente tiene la costumbre de "hacer promesas". "Examinan la propi conciencia -cosas que hicieron mal o de que se arrepintieron más tarde-, eligen a sus testigos - Dios, la propia conciencia, la familia o los amigos más cercanos - y hacen su lista:" Este año, voy a hacer esto y esto, y dejar esto, esto y aquello ... ".
Aunque la persona se olvida de lo que prometió en los primeros días de enero (lo que no es nada inusual), los "propósitos de año nuevo" son una buena iniciativa: ilustran el anhelo del hombre por el bien y la perfección, y lo ayudan a no conformarse con una vida mediocre, llevada "de cualquier modo".
Día tras día, renovemos nuestras "promesas" de entrega y fidelidad a Dios. Y tendremos, sin duda, un año mucho mejor que el que pasó.
Esta noción de seriedad ante la vida es profundamente cristiana. En la famosa parábola de los talentos, Nuestro Señor compara el Reino de los cielos a un hombre que, habiendo viajado al extranjero, dejó sus bienes a tres siervos. Mientras los dos primeros trabajaron para multiplicar lo que habían recibido, y fueron elogiados por su señor, el tercero, que enterró en la tierra lo que recibió, fue reprendido con el apodo de "siervo malvado y perezoso" y jugado en las tinieblas, donde "habrá el llanto y el crujir de dientes "(Mt 25, 14-30).
Dios da a cada ser humano la oportunidad única de vivir - no habrá otra "encarnación", como suponen los espiritas - y espera amorosamente que cada uno trabaje y desenvuelva los talentos que Él les concedió. "Trabajen en vuestra salvación con temor" (Fl 2, 12), dice también San Paulo.
¿Qué tal ser aconsejado por un santo para hacer su lista de propósitos para el año que se inicia? A continuación, siguen algunas perlas de San Josemaría Escrivá, el santo de la vida cotidiana, con recomendaciones valiosas para el trabajo más importante de nuestra existencia: la salvación de nuestra alma.
1. Luchar contra los pecados veniales
“Ya sé que evitas los pecados mortales - Quieres salvarte - Pero no te preocupa ese continuo caer deliberadamente en pecados veniales, aunque sientas el llamado de Dios para vencerte en cada caso - Es la tibieza que te hace la voluntad tan débil”. (Camino, 327)
“El que es fiel en las pequeñas cosas será fiel también en las grandes, y quien es injusto en las pequeñas será injusto también en las grandes” (Lc 16, 10). Quien quiere seguir a Nuestro Señor, debe dejar de lado la “mentalidad del salario mínimo” y empezar a servirle con mayor generosidad. No basta con seguir los diez mandamientos, el llamado de Cristo es que seamos santos, es decir, que lo amemos de verdad, por completo.
¿Cuántas veces nuestro Señor "incomoda" nuestra conciencia, alertándonos de ciertas palabras o actitudes que no corresponden a su voluntad, pero que a menudo tratamos como si no fueran nada o, peor, decimos que son sólo pecados veniales. San Anselmo pregunta: "¿Quién tendrá la osadía de decir: esto es sólo un pecado venial, y por lo tanto no es un gran mal? Si Dios es ofendido, ¿cómo se puede afirmar que eso es un pequeño mal?
Por eso, abandonemos de uma vez por todas los pecados veniales, "vulpes parvulas, quae demoliuntur vineas – las pequeñas zorras que destruyen la viña" (Ct 2, 15)
2. Despertar a la hora correcta
"Véncete cada día desde el primer momento, levantándote puntualmente a una hora fija, sin conceder un solo minuto a la pereza. Si, con la ayuda de Dios, te vencieras, mucho habrás adelantado para el resto del día. Desmoraliza tanto sentirse vencido en la primera escaramuza! " (Camino, 191)
"El minuto heroico - Es la hora exacta de levantarte, sin vacilar: un pensamiento sobrenatural y ... ¡fuera; el minuto heroico: ahí tienes una mortificación que fortalece tu voluntad y no debilita tu naturaleza! (Camino, 206)
Muchas personas tienen problemas para dormir; muchas otras, sin embargo, tienen el problema opuesto: no consiguen levantarse de la cama el otro día. A veces hasta duermen más temprano, colocan la alarma para cierto horario, pero, simplemente no se despiertan - o peor, no quieren levantarse! Después de que activan la "función siesta" del teléfono móvil, ellos desperezan indefinidamente, llegando a perder el horario y dejando de cumplir sus deberes en casa, en la escuela o en el trabajo.
Es cierto: a veces, la rutina del día a día nos agota sobremanera. Sin embargo, hay que reconocer que las pérdidas de tiempo en la cama, por la mañana, normalmente se deben mucho más a nuestra pereza que a nuestro cansancio físico. Al final, si esa hora específica es el momento que habíamos fijado para despertar, por qué aplazar para más tarde?
En 2018, este puede ser un gran propósito para nosotros: el "minuto heroico", levantarse en el momento correcto, sin negociar con el móvil, "sin vacilar". Además de adelantar mucho para el resto del día, tal práctica puede ser hecha como verdadero ejercicio de mortificación. Y la mortificación - no se puede olvidar - es un peldaño imprescindible para subir al cielo.
3. Hacer algunos minutos diarios de meditación
"Meditación – En tiempo correcto y a la hora correcta - Si no, acabará adaptándose a nuestra comodidad: eso es falta de mortificación, y la oración sin mortificación es poco eficaz. (Surco, 446)
"Un tiempo de meditación diaria - unión de amistad con Dios - es cosa propia de personas que saben aprovechar rectamente su vida, de cristianos conscientes, que actúan con coherencia. (Surco, 665)
En un mundo preso de la agitación continua, en que las personas actúan casi que "a toque de caja", hablar de rezar llega a parecer conversación de otro mundo - o de la Edad Media. Con tanta cosa para hacer, parece no sobrar tiempo para Dios y para el cuidado de nuestra vida interior. Arrastrados por el ritmo frenético del día a día, quien es ateo, vá simplemente pasando su corta existencia en este mundo, y quien es cristiano, va poco a poco tornándose un materialista, una especie de "ateo práctico".
El consejo de san José María es un desafío para el hombre moderno: "un tiempo de meditación diaria", con "tiempo cierto" y "hora correcta". Un momento reservado, escogido, específico, para Dios. Y claro que es posible rezar mientras se trabaja. San Pablo pide a los cristianos que oren sin cesar (cf. 1Ts 5, 17). Esto, sin embargo, no puede ser excusa para dejar de elegir un horario determinado y especial para tratar con Dios. El cristianismo es la religión del amor. Cuando alguien ama, quiere estar con la persona amada, conversar con ella, disfrutar de su presencia. Ahora bien, ¿cómo podemos amar a Dios, si no queremos pasar unos pocos minutos diarios delante de Él?.
En Resumen, en la religión cristiana, no se puede descuidar la oración, que es realmente la puerta para la santidad.
4. No olvidarse del examen de consciencia
"Si luchas de verdad, necesitas tomar conciencia. - Cuida el examen diario: ve si sientes dolor de Amor, porque no tratas a Nuestro Señor como deberías." (Surco, 142).
"Hay un enemigo de la vida interior, pequeño, tonto, pero muy eficaz, desgraciadamente: el poco empeño en el examen de conciencia." (Forja, 109).
"Que el sol no se ponga sobre su resentimiento" (Ef 4, 26), dice el Apóstol. Se trata de un consejo importantísimo para cualquier convivencia sana entre las personas. Ahora bien, si hay que cuidar la relación con los demás, mucho más de nuestra intimidad con Dios.
Por eso, un hermoso propósito para este año es no dejar que el día termine sin hacer un diligente examen de conciencia. Quien ama, busca siempre mejorar, corrigiendo los propios errores, a fin de agradar a la persona amada. Un examen bien hecho, todos los días, al final de la noche, además de fortalecer la unión con el Señor, hace más concreto y responsable nuestro amor a Él, eliminando las ofensas e imperfecciones que alcanzan su corazón. No se puede, por lo tanto, descuidar la importancia del examen de consciencia en nuestra vida espiritual.
5. Perseverar en el trabajo
"Debéis sentir cada día la obligación de ser santo." ¡Santo !, que no es hacer cosas extrañas: es luchar en la vida interior y en el cumplimiento heroico, acabado, del deber. (Forja, 60)
"¿Obstáculos? ... A veces, existen - Pero, en algunas ocasiones, eres tú que los inventa por comodidad o por cobardía. - Con qué habilidad formula el diablo la apariencia de esos pretextos para que no trabajes ...! sabe muy bien que la pereza es la madre de todos los vicios. (Surco, 505)
"Pasó el entusiasmo", me escribes. - Tú no debes trabajar por entusiasmo, sino por Amor, con conciencia del deber, que es abnegación. (Camino, 994)
No es verdad que el trabajo sea un castigo producto del pecado original. "El trabajo no es un castigo – segun enseña el Catecismo de la Iglesia Católica -, es mas bien la colaboración de hombre y de la mujer con Dios en el perfeccionamiento de la creación visible" (§ 378). Por eso, incluso antes que el primer hombre pecase, Dios lo puso en el jardín del edén" para que lo cultive y lo guarde" (Gn 2, 15).
Si con la caída se desfiguró el trabajo humano – el ser humano pasó a comer el pan "con trabajos duros" y "con el sudor de su frente" (cf. Gn 3, 17-19) –, Nuestro Señor, que pasó Su vida oculta al servicio simple y escondido de la carpintería de Nazaret, le devolvió la belleza y el significado originales. El hombre no trabaja simplemente para cumplir una pena. Trabaja para ser santo. Para luchar "en la vida interior y en el cumplimento heroico, acabado, del deber".
Los "propósitos de año nuevo" son una buena iniciativa: nos ayudan a no conformarnos con una vida mediocre, llevada "de todos modos".
El secreto de todos estos consejos, sin embargo, está en el amor. "Tú no debes trabajar por entusiasmo, sino por Amor", dice el santo de la vida cotidiana. Cualquier propósito para 2018 será en vano si no tiene como motor principal la caridad. Los sentimientos, el "entusiasmo", los escalofríos de los primeros años de conversión, todas estas cosas pasan. Por el contrario, el amor, fundado en la voluntad firme, en la determinada determinación de agradar a Dios, permanece. Día tras día, renovemos nuestras "promesas" de entrega y fidelidad a Él. Y tendremos, sin duda, un año mucho mejor que el que pasó.
